¿Dónde Ha Quedado
Dios, Para Mí?
Para determinadas personas, a los que seguramente no les gustará leer esto para nada, ha recibido una carta de renuncia, fue despedido; para otros amigos, los más cercanos, se ha tomado una larga vacaciones, tanto que parece que ha sufrido un despido arbitrario; para los míos, una sorpresa tan grande, que hasta a veces piensan que soy un renegado, ateo, agnóstico; para mí, en cada minuto de mi vida y obra.
Quizás hace mucho que no doy testimonio con fidelidad ni prácticas religiosas,
quizás caí en el peor de los purgatorias, quizás me envenené la mente, quizás
sufrí un golpe que me dejó el trastorno de flojera, quizás simplemente me
olvidé de olvidarme, sencillamente, ¡no lo sé!
Hace mucho, pero mucho tiempo que he dejado de ser tan fiel como hombre,
todavía soy un crío, y como hijo de Dios, un indigno; por eso, cuando escucho a
algunos amigos que preguntan o comentan de mi fe, me río, salvo de aquellos que
sí comprendo su pensamiento, porque pueden hablar con bases concretas, es
decir, con conocerme realmente; pero hay otros que dicen cada cosa, que me río,
pero sin hacerles ver su depreciable error, simplemente porque no me interesa
lo que piensan.
Un día ante tanta esclavitud clamé: ¡Libertad!... y aún sigo siendo
esclavo de algunos pensamientos y remordimientos.
La vida gira en espacios que a veces no se pueden cambiar golpeándose el
pecho ni fingiendo ser mejor. Creo que ¡ahí no está Dios! Pero, ¿dónde está? No
lo podría saber; si alguien lo sabe ¡que venga y me lo diga! Pero, creo que sería
una falacia decir aquí sí y allí no; pero estoy consciente de que mi creencia
en Dios me ha impulsado a la búsqueda de la verdad, a la valoración de la
belleza del alma con la finalidad de vivir como personas e intentar edificar un
mundo mejor, donde se pueda vivir más dignamente como seres humanos, ayudando
en lo que se pueda al otro, al prójimo, al próximo…. y contribuyendo con más de
mil y un formas posibles para la construcción de algo realmente maravilloso y
bello, e incluso un mundo donde se pueda corregir aquello que cada vez está
peor, eso que nos pone por debajo de los animales irracionales.
Pero, ¿dónde ha quedado Dios, para Mí? ¡En mi mente! En aquellas
palabras que se dicen y que se hacen. En el trato a quien se lo merece. En la
verdad, en la sinceridad, en la lealtad, en la fidelidad, en la confianza, en
el trabajo, en la sencillez, en la honradez, en la humildad, en corregir los
defectos y los errores, en no fingir ser alguien que no se es, en crecer como
persona cada día y en tratar a los demás como personas, en no dejarme someter
por los opresores, en no dejarme envolver por el consumismo del capitalismo o materialismo
ni de la pobreza espiritual, esa que hace que cada día se pierda más y más la
humanidad, esa que hace que el ser humano ante otra persona se vea como un
objeto… pero, también está en no conformarse con saber que se es, sino en ser;
también está en el pan que aprendo a compartir, en la sonrisa que me gusta
robar, en las miradas que saben tratar, en los gestos que no dejan de halagar,
en ese buenos días, en ese ¿cómo estás?, en los valores, las virtudes, en la
moral, en la ética, en las costumbres, en la libertad, en la tolerancia… y en
tantas cosas más… ¡Ahí está Dios, como obra, no como palabras!
@Macv Chávez
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