viernes, 28 de agosto de 2015

"Amor Real o Amor De Ciencia Ficción"



Creo que el amor es esa máxima que los seres humanos buscamos alcanzar en la vida para sentirnos completamente realizados; por ello es que el ser humano siempre está en la búsqueda de su felicidad, esa que muchas veces está al alcance de encontrar el amor en o de otra persona para sí mismo, huyendo de sí o como diría Fito & Fitipaldis: “Huyendo conmigo de mí”… Esto sucede porque al amor lo hemos visto como lo plasmaría Arjona: “un acto profundo de fe que huele a mentira [lean bien: huele a mentira, así que no mientan si dicen que aman] (…), baila al son que le toquen, sea Dios o el demonio”… [porque] “el amor es la guerra perdida entre el sexo y la risa, es el tiempo más lento del mundo cuando va de prisa (…), es la arrogancia de aferrarse a lo imposible, es buscar en otra parte lo que no encuentras en ti”… y creo que todo esto sucede porque no hemos aprendido a comprender aquel poema del gran Benedetti, aquel poema que pienso que es un recordatorio del valor del amor, porque en él dice: “No te duermas sin sueño, no te pienses sin sangre, no te juzgues sin tiempo… pero sí pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas al mundo sólo un rincón tranquilo (…) y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas… entonces, no te quedes conmigo [te dice el amor]”… pues el amor no es el cuento de color de rosas ni la de las zonas rosas que nos han vendido tanto los medios de comunicación, la ciencia ficción o el cine, ni tampoco los testimoniales comunes del común denominador de los mortales… El amor no es así, no es como nos lo han vendido, a pesar que la canción de Leiva (Ciencia Ficción) diga: “pero que cool estás hoy, dices cosas tan brillantes (…), tus historias no me importan pero me excita escucharte, no me centro ni un instante(…), súbete (…) y vamos a tontear (…), es fácil perderse pero ¡qué bueno verte!… y me convencerás de cosas que no creo y dije no creer jamás, pero ahí estoy dejándome enredar… y te sorprenderás soy tan peliculero y cada día lo soy más, pero ahí estoy dejándome llevar… Eres de ciencia ficción”… pues yo creo que, por el contrario, el amor es como lo diría Alejandro Sanz en Me Sumerjo: “Nuestro sin pedir permiso a nadie, nuestra la cometa y nuestro el aire [como las noches de amor]… vuela siempre hacia el sol amor y nunca te sientas culpable, la vida bulle en el erial del cuerpo, (…) esta noche es para que la subrayen los que crearon las noches del tiempo (…). La vida es un regalo, ¡ábrelo!, mira arriba la belleza es incontable, ante tal grandeza te haces grande”…

Bien, yo esta tarde andaba en el paraíso de los libros “en algún lugar de un gran país” –diría Duncan Dhu- pero en realidad era el centro de Lima. Había acompañado a una amiga a comprar unos libros... y, curiosamente, aquí encontré un libro que tenía una dedicatoria de una madre amorosa que decía más o menos así: “Querido Carlos, quiero regalarte este libro para que amplies tu biblioteca personal y para que sigas creciendo cada día… Con cariño... tu mamá, Margarita.” Pues al ver aquella dedicatoria en aquel libro lo compré sin pensarlo dos veces, porque aparte de ser el primer y único libro que había leído completo, durante mis años de colegio, tenía aquella hermosa dedicatoria que aquel hijo fue capaz de vender (aunque claro que sí su madre le regalaba siempre libros, evidentemente, es muy difícil conservarlos todos en tiempo de crisis, pero igual, yo dije en ese momento: “¡Qué desgraciado de hijo!, para vender un libro con una dedicatoria como esa”… pero les cuento que yo no puedo ser más sinvergüenza, porque mi madre un día me regaló un libro de autoayuda que le regalaron porque sabía que yo quería leer más, hasta el día de hoy no he pasado más allá del nombre, hasta ya lo había olvidado si no menciono lo desgraciado que fue aquel hijo del libro de arriba… y seguro que dirán que no tiene nada que ver con el amor, pues, claro que todo esto tiene que ver con el amor, porque el amor también es compartir las cosas que no te gustan pero que gustan a otros solo por robarle una sonrisa o regalarle un rato de alegría por ese compartir que demuestra que te interesa la otra persona por ser la persona en sí y no una persona más del montón, sino una determinada persona -como diría Marañón en “Amiel: Un Estudio De La Timidez”:- “con nombre y apellido, con su documentación biológica en regla, de espíritu exquisito”, -como expresaría Ramón y Cajal en el libro “Reglas y Consejos Sobre Investigación Biológica”:- “más que belleza y caudal, adecuada psicología”....

Y así, este libro fue el primero que había leído en toda mi existencia humana y al que había tenido en el olvidado durante mucho tiempo, al punto de que cuando me preguntaba cuál fue el primer libro que había leído: yo no sabía, porque según yo nunca, antes de leer vida de santos, había leído un libro; de ese modo, –en el ahora- considero, este libro, indispensable para mi biblioteca personal... Y luego, también, estuve buscando otro libro (“La Casa De Las Estrellas: El Universo Contado Por Los Niños” de Javier Naranjo -quien lo tenga, regálamelo, préstamelo, compártelo), llevo intentando encontrarlo desde hace dos años y sin éxito… Y fue así que me quedé pensando en mi deseo por leer aquel libro y por el olvido del otro hasta que esta misma noche, o sea la noche del día que escribía esto, discutía con una persona especial, con una buena chica –pero no como la canción de Los Secretos-, sobre la cuestión del amor en la actualidad, sobre cómo ven las personas normalitas -por no decir: la gente- el amor hoy en día, cuyo pensamiento actual no es tan diferente al de antes, porque creo que solo se diferencian en el actuar u obrar –cada vez tienen más ideotas-… porque en el fondo no ha cambiado mucho… y para rematar la ideota, este grupo de amantes actuales –como también los de antes- suelen ser fieles cantores de Aterciopelados que termina diciendo: “Adiós que te vaya bien, que te coja un carro, que te parta un rayo, que te espiche un tren… Adiós que te vaya bien, que te muerda un perro, que te lleve el diablo y marques calavera”… o de Ferrusquita, quien compuso con tanto amor de mártir que nos podría sorprender a nosotros mismo el cantarlo con la misma pasión porque a veces se termina diciendo: “sabes mejor que nadie que me fallaste, que lo que prometiste se te olvidó, sabes a ciencia cierta que me engañaste… aunque nadie te amaba igual que yo… lleno estoy de razones pa despreciarte y, sin embargo, quiero que seas feliz… y allá (…) dile a quien te pregunte que no te quise, dile que te engañaba, que fui lo peor... Échame a mí la culpa de lo que pase, cúbrete tú la espalda con mi dolor”… y esto suele suceder porque tenemos mucha necesidad de amar, pero para amar debemos aprender a hacer lo que cantaría Dishwalla: “Puedo ver en ti el dolor, puedo ver en ti el amor, pero luchar contra todos los demonios tomará tiempo”… porque solo así podríamos llegar a decir lo mismo que diría Emmanuel: “Enséñame a ser feliz como lo eres tú, a dar amor como me lo das tú, a perdonar como perdonas tú, sin recordar el daño nunca más (…)… Enséñame (…) a consolar como consuelas tú, a confiar como confías tú, a repartir sonrisas como tú, sin esperar a cambio nada más… Tengo mucho que aprender de ti, amor, tengo mucho que aprender de ti, amor”… pero esta canción de Emmanuel no debemos tomarlo más allá del yo, de nosotros mismos, porque antes que nada debemos encontrar el amor para recién amar… y el amor no lo vamos a encontrar en ninguna otra parte, más que en nosotros… y es por eso que Platón escribió en “La Apología de Sócrates”: “¿ahora, que estoy plenamente convencido de que es un dios el que me manda vivir buscando la sabiduría, examinándome a mí mismo y a los demás, precisamente, ahora, me hubiera dejado vencer por el miedo a la muerte o cualquier otra penuria y hubiera desertado?”… Creo que por ello Erick Fromm empieza su libro (“El Arte De Amar”) con un profundo mensaje sobre el amor en su prefacio: “El amor no es un sentimiento fácil para nadie, sea cual fuere el grado de madurez alcanzado”… el que complementa cuando entra a la II parte del libro: “La teoría del amor: El amor, la respuesta al problema de la existencia humana”...

Por tanto, como ya les dije líneas arriba, el amor de un tú y yo a lo largo de la historia ha sido visto por el común de los denominadores del mismo modo, solo con distintas modas de manifestación, ha sido un acto de inspiración divina y no del uso de la razón, no como la decisión de vida que es, no como la práctica constante del arte de amar, sino como un dejarse llevar por el instinto animal del deseo de afecto que con el tiempo se puede transformar en una hermosa costumbre que lo podría tener cualquier animal porque para ello no se necesita razonar solo dejarse llevar por el pensamiento o las imágenes que tienes de él… por eso, hoy en día hemos llegado a aquello que Bauman llamaría “Amor Líquido”, en cuyo prólogo expresa claramente la razón de por qué hoy hablamos de amor líquido: “El héroe principal de este libro son las relaciones humanas. Los protagonistas de este volumen son hombres y mujeres, nuestros contemporáneos, desesperados al sentirse fácilmente descartables y abandonados a sus propios recursos, siempre ávidos de la seguridad de la unión de una mano servicial con la que puedan contar en los malos momentos, es decir, desesperados por “relacionarse”. Sin embargo, desconfían todo el tiempo del “estar relacionados”, y particularmente de estar relacionados “para siempre”, por no hablar de “eternamente”, porque temen que ese estado pueda convertirse en una carga y ocasionar tensiones que no se sienten capaces ni deseosos de soportar, y que pueden limitar severamente la libertad que necesitan –sí, usted lo ha adivinado- para relacionarse…”.

Entonces: Creo que con toda esta modernidad líquida, con la falta del uso de la razón, dentro de la era del conocimiento, se está llevando al fracaso al amor, y aquel fracaso se convierte cada día en la satisfacción de los instintos sexuales o afectivos con tantos vacíos internos, conscientes o inconscientes, que nos llevan a una vida cada vez más efímera que humana… por lo que habría que recordar las palabras de San Pablo:“El amor es paciente, es servicial; (…) no se irrita [aunque yo discrepo aquí, pero es lo mejor], (…). El amor todo lo disculpa [también discrepo con esto], todo lo cree [y con esto no estoy de acuerdo], todo lo espera [absolutamente de acuerdo], todo lo soporta [tampoco me gusta tanto esto]. El amor no pasará jamás [una maravilla de verdad].”

Pues, aunque al leer a san Pablo observamos un amor un toque masoquista y mártir, este tiene sus bellezas particulares, esa que me lleva a recordar a José Luis Perales: “El amor es una gota de agua en un cristal, es un paseo largo sin hablar, es fruta para dos (...), es soñar oyendo una canción (...), es rezar poniendo el corazón, es perdonarme tú y comprenderte yo (...), es parar el tiempo en un reloj, es buscar un lugar donde escuchar tu voz (...), es crear un mundo entre los dos (…), es una boca con sabor a miel, es una lluvia en el atardecer, es un paragua para dos (...), es un espacio donde no hay lugar para otra cosa que no sea amar, es algo entre tú y yo.”


Pues, ahora seguro que muchos estarán diciendo: “Yo estoy soltero y no me interesa el amor porque ahora no quiero estar con nadie”… -entonces, esperen, déjenme sonreír un poco, dejénme mirar misterioso, ocioso, cansado, que en seguida les contesto...:- El amor es una relación de dos, tan igual como nosotros mismos, por eso, primero debemos amarnos para tener amor, es decir, debemos hacer que nuestro cuerpo y nuestra mente tengan una relación de compaginación, para que esta relación tenga como fruto la relación de nuestras palabras y nuestras obras, las mismas que nos llevarán a tener una real y firme relación con otra persona, sea cual fuera el tipo de persona que sea, y, por último, dentro de este relacionarse con otra persona, nos relacionamos con determinada persona para una relación de tú y yo, esa misma que suele buscar ese nosotros del amor de pareja que viene a ser una relación con uno mismo, con el amor… y como verán, así se va repitiendo el mismo círculo vicioso hasta el día de nuestra muerte… por ello, es que yo creo que el amor real empieza cuando uno se ama, y se ama no por debajo ni por encima de nadie, siempre igual, en libertad… pues, este amor es el que hoy hace tanta falta, porque cuando uno se ama, se ama a sí y en sí y en los demás hasta que se muera, y algunas veces hasta después que ello…





@Macv Chávez





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