lunes, 5 de mayo de 2014

El Perú Jaja

Siendo las 22:35 horas, retornando a casa después del trance entre el sueño y los jajás de la función decidí que realmente valió la pena invertir dos horas – más sus suplementos para el escrito – de estar sentado con un dolor lumbar (según lo que pude leer, porque en anatomía y terminología médica soy tan erudito como un niño en brazos de su mamá en los primeros días de ver todo aquello que lo rodea y que viene a ser una pequeña partícula de mundo) porque después de la función de El Perú Jaja puedo decir que una vez más, me alegra que la creatividad del arte teatral me regale un golpe a mi ignorancia para seguir aprendiendo y repasando aquellas cosas que no me interesan tanto pero que son importantes para la sociabilidad, comprensión y tolerancia cultural; lo cual nos podría ayudar mucho para presentar propuestas de mejoras y además romper esquemas de cambios reales en la cultura social.

Debido a la infinita flojera después de una noche de desvelo, tenía unas ganas de quedarme en cama; pero, como no quería desperdiciar las lágrimas de mi pobre suicida billetera decidí ir… siendo despertado por el quiero ir y no ir de mi mente sometida en los imperios de Hipnos y a la fiel vigilancia de Morfeo más la infiltración, en hora buena, de mi madre, a mi habitación, pude salir de casa con el cálculo con tendencia a riesgo de no llegar a tiempo para la función. Por gracia mía o rebelión del reloj la función empezó en horario toledano, es decir: Hora Cabana, cinco minutos después. Mientras subía las gradas para tomar asiento, aunque hubiera querido un buen vaso de jugo, en ese momento, se apagaron las luces y por gracia y bondad de una señora pude saber que mi asiento se encontraba al otro extremo de donde estaba parado –con un poco de vergüenza y de incomodidad al pasar por medio de todos los espectadores, llegué a mi lugar, me senté con una casi caída por las escaleras, ya que de asientos no tenía nada, eran como los bancos del estadio, incómodos para dos horas de función con un malestar.

Y bien, empezó la función con música –para alguien que ama la música, pues, eso es encantador, un imán –… Hubo canciones, aunque todas con letras cambiadas, que me remontaron a esa fabulosa época de los 90, donde era un niño que deleitaba de aquellas viejas canciones de temporadas pasadas, de tiempos pasados, de aquellos tiempos en los que aún se escribían las cartas a manos, donde se llevaba serenatas, donde enviaban flores, durante un largo tiempo de conocerse y enamorarse, una época en la que decir un te quiero era real y sincero, único y verdadero, donde el amor no era un cheque de intercambio que lo cambias en el banco de momento. La función continuaba con un pequeño relato de bienvenida. La verdad ya no recuerdo si la función empezó con el relato o con la música; pero en fin, eso es lo malo de coger vejez prematura debido a la falta de práctica por mantener la pasión por los detalles. Y también en fin, en resumidas cuentas, la distracción de Los Simpsons más el sueño no permite mantener despierto al cerebro para seguir escribiendo, por eso, tendré que ser rápidamente expresivo para decir lo que quiero decir:

La obra de teatro de “El Perú Jaja” cuenta con una riqueza histórica-cultural maravillosa, sirve para dar un golpe fuerte a la ignorancia de la población y también para realizar un maravilloso yo confieso que soy ignorante en cuestiones básicas de la historia de mi país, cosas que nos han enseñado en los años de instrucción escolar, que más parecía militar, porque te dicen tienes que aprender esto y lo otro y que la historia fue así, sin dar cavidad a la invitación de la comprobación de la información, la cual en muchas cosas, tiempos después, podrás ver que ha existido la mentira, incentivando así que uno caiga en ese círculo vicioso de la mediocridad, de dejarnos engañar y de caer en los actos viles de la falacia. Quisiera poder hablar extensamente de las reflexiones que podían pasar por mi mente durante la función, pero esas reflexiones ya están durmiendo el sueño profundo del pronto olvido. Y antes de quedarme dormido quiero mencionar que el egoísmo entre los hombres, el que ha existido desde tiempos antiguos, y con esto vuelvo a insistir mi certeza de que la mayoría vive como animales irracionales y que sólo llevan el título de racionales por cuestión de raza, debido a que muchas veces se vive por instinto, como dirían en alguna clase de física por Inercia y en la de administración por feedback, porque la ambición del poder hace que desvaloremos la igualdad que nos permite la unión, esa unión que nos hace ser más humanos al reconocer la igualdad de uno en el otro a pesar de las miles de millones de diferencias que puedan existir. Me da una pena dejar de escribir, pero, sinceramente ya no puedo más, sólo espero que mañana no mañana, porque sinceramente ya es hoy, espero poder recordar todas las cosas que andan ahora dando vueltas en mi cabeza para terminar de escribir este artículo que me interesa tanto; del que lastimosamente siendo las 00:14 horas tengo que despedirme hasta poder retomarlo en otro momento de calma…

Bien, siendo las 18:18 horas, retomando la escritura, acompañado del Tren de los Momentos, de uno de los tantos pensamientos pendientes. Quiero resaltar los puntos importantes de la obra mencionada, gracias al golpe a mi ignorancia, olvido y mediocridad. Después de estar entre carcajadas y au au au volví a pensar que es importante que a los grandes personajes de la historia no se les siga mostrando como personas excepcionales, porque no lo son… Son personas comunes y corrientes, con sus virtudes y defectos, con sus sueños y pesadillas, con sus logros y desastres, con sus pros y contras, como todos los demás seres humanos; aunque, con la clara diferencia que fueron personajes que lograron hacer y ser historia... Personajes que mantuvieron firmes aquel fragmento de la canción de Unión Cinema, el cual es un dicho muy popular: “Si no hay solución la huelga continua!”… y continuaron con sus objetivos, sueños, metas o lo que fuera hasta marcar un punto favorable o desfavorable en la historia de nuestra nación… Y uno de los puntos de la historia que quiero mencionar es cuando llegó Pizarro al Perú, encontró una guerra civil inca entre los hermanos Atahualpa y Huáscar, un panorama un tanto común en la historia de la humanidad, el cuál ha sido siempre una característica peculiar de los gobiernos, esa lucha por el poder, ese poder que en vez de contribuir a un mejor desarrollo contribuye a una mayor desunión, al desinterés por la cultura, por la política, por el prójimo o próximo. Otro de los hechos que también me pareció muy resaltante fue la gran influencia extranjera que hemos tenido a lo largo de la historia, y para colmo alguno de ellos gravísimos personajes por los que a veces en temporadas escolares uno sentía una alta admiración como si fueran personajes fuera de serie y con un gran anhelo de llegar algún día ser la mínima parte de lo que ellos fueron… con un pequeño sentir de que jamás se podría llegar a ser mejores que ellos porque de acuerdo a como nos pintaban los profesores, era ser alguien superior a los demás… Cuando en realidad fueron personas quizás con menos virtudes que nosotros pero con más agallas para realizar realidad a sus sueños; entre los personajes mencionados está –como mencionó Carlín- Los Españoles que vinieron a la conquista del Perú no fueron grandes personalidades, muchos de ellos eran vagos, ladrones, de baja reputación y altos reputas y que ganaron a los indios por ese sentido de inferioridad, el que se manifestó a través de esa ansia humana de buscar encontrarse con Dios, porque fue así como vieron a los españoles, como dioses. Después tenemos otro acontecimiento importante: Don José de la Riva Agüero, primer presidente del Perú, ¿no? Pues, para ser sincero aún en lo poco que recuerdo, según mi profesor de historia, que algunos amigos quizás recuerden mejor que yo y refuten si estoy equivocado porque nunca fui amante de la historia porque siempre me pareció una gran mentira mientras no se podía contrastar con hechos reales que mis ojos puedan ver, pero aún así estaba sorprendido por algunas cosas que nos enseñaba, Benjamín, -ahora no sé si será su nombre real, porque era costumbre llamarlos por apodos impuestos con anterioridad histórica- decía que el Primer Presidente del Perú fue don José de San Martín y que después de él el segundo era La Mar, aunque yo en mis vagos pensamientos históricos pensaba que el segundo era el señor José La Serna y Martínes de Hinojodas –cualquiera se equivoca para una broma-. En fin, habrá que repasar un poco más sobre el tema histórico… pero, vamos a lo que iba, el General San Martín fue un tipo muy aguerrido, valeroso, audaz, vamos un libertador, un tío de puta madre, tan de puta madre que me enteré en la puesta en escena, en este capítulo, de nuestra historia que el muy valeroso hombre disfrutaba mucho del Opio, escena en la cuál Carlín se acercó al público para joder un poco, felizmente no fui el elegido gracias por dos pasos, dos gradas, de diferencia. Otras de las cosas simpáticas de la obra fue que la demasiada influencia extranjera después de todos aquellos que gobernaron y no fueron peruanos, como el ecuatoriano y colombiano, cuyos nombres a estas alturas no recuerdo… -otra vez me coge el sueño-; pero, entre ellos tenemos las mencionadas influencias televisivas y musicales, entre las televisivas existían algunas muy buenas -bueno, para mí- como El Chavo del 8… y entre las malas realidades actuales como las porquerías televisivas que muchos quedan hipnotizados viendo culos y tetas como productos de supermercado, en exhibición.Y en las musicales, debo admitir que había una buena selección de música de mi época infante, de las que recuerdo peculiarmente una que alguna vez leí en el muro de facebook de alguna conocida mía, aquella canción de Raffaella Carrá: Hay que venir al sur… para hacer mejor el amor… lo importante es que lo hagas con quién quieras tú… Y después estaba una de las que sí disfruté mucho en plan joda, en alguna celebraciones, con algunos amigos: Mesa que más aplauda le mando, le mando, a la niña… entre algunas otras nacionales como una de las canciones más emblemáticas de la fabulosa Chabuca Granda: Déjame que te cuente, Limeña… – Claro que el nombre en sí es: La Flor de la Canela… – Y ni qué decir de las fabulosas alusiones a nuestra renombrada SUNAT que en una comparación virreinal cobra muy pocos impuestos, tanto que hasta los clubes deportivos se sentirían Robín Hood ante sus tan desdichados jugadores y el estado. Sinceramente he disfrutado mucho y llego a la conclusión que es bueno leer de vez en cuando y de cuando en vez sobre nuestra historia nacional para poder observar cuánto ha cambiado nuestra realidad y si ha cambiado para bien o para mal y qué tanto de libertad hemos tenido después de la tan famosa independencia proclamada por el General San Martín y luego ratifica o devuelta o como sea que es por el General Bolivar… Siendo las 19:50 horas, con un poco de migraña, me veo obligado a decir que esto se termina aquí… salvo que corrección alguna, de algún otro momento me diga que ya recuerdo aquellas otras cosas que quería decir... y con la seria recomendación de ir a ver esta obra, merece la pena… para reírse y para recapacitar un poco más de nuestra realidad, y por ahora, me despido de quien me lea!

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