Infectados De Tanta Basura
Dentro de poco será el famoso y
aterrorizante 21 de diciembre, y hace un par de días leí otra putería con
respecto a ese día, una predicción de Nostradamus con el tan sonado baile del
caballo, el que jamás había escuchado ni visto video alguno, hasta hoy, que me
animó a escribir sobre lo infectado que estamos de tanta basura, y que
lastimosamente se viene transmitiendo a la generación futura, a los niños, a
los jóvenes del mañana, porque los de hoy ya están intoxicados hasta las
narices de la basura que circula en los medios de comunicación, en su mayoría.
En muchas ocasiones he dicho que
me gustaría vivir en la edad media o en la del renacimiento o en el
romanticismo, aunque no tengo mucha lectura sobre estos tres tiempos, creo que
estoy completamente seguro que no existía tanta pornografía en los medios ni
tantos descerebrados como personajes ejemplares y regados por las imágenes y
comunicaciones con los doble sentido, lo más explícitos, los que han hecho
perder ese lado bello de los detalles de las cosas que ahora simplemente están
desfasados y muchas veces envueltos en el mariconismo, gracias a que el
machismo y el feminismo han afianzado sus lazos en liberaciones que no son más que
libertinajes que hacen que se viva tan inmerso en tanta putería por todos
lados, donde la belleza se ha sexualizado para volverse hermoso, donde casi
todo está ligado con el sexo.
Por eso, a estas alturas recordar
ese himno musical de los ochenta del grupo de rock chileno Los Prisioneros, es
ver que fue una predestinación de la realidad del siglo XXI donde, Sexo Compro,
Sexo Vendo, Sexo, Sexo… Bueno, yo no tengo nada contra el sexo. A que persona
normal, que ya lo ha vivido, no le gusta? Pero considero que no se puede andar
regando a los cuatros vientos sexo, sexo, sexo, porque los adultos no son los
únicos que existen en el mundo, además porque hace que se pierdan esos detalles
que llenan de sentimiento, emoción y disfrute el acto, porque los consumidores
ya no sólo son los adultos, sino que indirectamente mediantes mensajes
subliminales por cualquier medio de comunicación se va vendiendo a los niños, tanto
el sexo como la estupidez. Y considero que no podemos atentar contra su
inocencia de tal manera, porque estaríamos impulsando un futuro tan libidinoso
donde las leyes fomentarán la tacha de la inocencia de los niños, y donde lo
estúpido será normal, y este último me causa pavor, porque no me gustaría que
el futuro de los niños sea vivir en un mundo como la película de Idiocracia, donde
ser absolutamente bestia y estúpido era celebrado como normal y el que era el
mejor estúpido y bestia gobernaba; y donde ser inteligente era raro, era la
burla más grande y era visto como una especie alienígena, es decir como en la
actualidad se ve a los nerds.
Y a todo esto, hay que parar esta
ola de prostitución barata de nuestros cerebros que se dejan manipular por los
medios de comunicación para vivir en un mundo más ignorante y más insensible,
más destapado y menos feliz, porque no creo que un padre sea feliz viendo a su
hija quedarse embarazada a los 14 o 15 años o unos cuantos años más, o en caso
contrario que se entere que su hijo va ser padre sin haber aprendido ni
siquiera a valerse por sí mismo, y que sin tener ni puta idea de lo que es la
vida, tenga que cumplir responsabilidades
de las que no tiene ni idea porque ni siquiera ha sido capaz de cumplir con sus
deberes de joven. Y sí fuera así, no
creo que para sean padres tengan que mandarlos a estudiar – aunque no todos
tienen ese privilegio, pero sí gran número – los años de inicial, primaria,
secundaria, e incluso algunos la universidad, para salir graduados en ser
padres. Porque para ser padre no se necesita ir a la escuela, simplemente se
necesita ponerse a practicar hasta que llegue el fruto después de tanta práctica.
Y con ello se ahorrarían mucho, los padres y el estado, porque para ello no se
necesita invertir tanto tiempo y dinero, que salen del bolsillo de algunos padres
como también del estado.
Cuidemos la salud mental de
nuestros niños, dejémoslos disfrutar de su inocencia, de sus cuentos, de sus
fantasías heroicas, de sus sueños de constructores, de sus errores puros, de
esa paz que necesitan para aprender el valor de las cosas, de la vida, del
amor, del cariño, y de tantas cosas más que aprenden en sus primeros años de
desarrollo como personas. Cuidemos las cosas que miramos, escuchamos o hablamos
delante de ellos, conversemos con ellos, enseñémosles las cosas como son pero
sin irrumpir contra su normal desarrollo, ni tampoco exagerando en las restricciones,
ni que tengamos que mentirles, ni tampoco permitirles tantas libertades que
luego tengamos que soportar sus perdiciones y sandeces.
Y empecemos hoy, empecemos hoy a
cambiar esta realidad tan llena de tanta basura por doquier, no lo dejemos para
mañana, cuando ya esté descontrolado todo, cuando lleguemos a la Idiocracia, y
empecemos pronto que dentro de tres días es el fin del mundo, ese puto fin del
mundo que tantas veces nos vienen diciendo los medios con su difusión para
simplemente llenarnos de miedo, de terror y dejar de preocuparnos por las cosas
importantes, por las que realmente importan. Y sí el 21 se cae el Cielo, vuela
la Tierra, el Sol cierra por tres días porque quiere irse a tomar unos tragos
para tener valor y conquistar a la Luna para llevársela a un hostal, no nos
preocupemos de ello, porque quizás los Mayas se levanten un día antes o el
mismo día a decir que encontraron la solución para aumentar el calendario que
no pudieron en aquel entonces. Por eso, dejémonos de dramas y empecemos a usar
esa cosita insignificante que tenemos en la cabeza y por la cual los médicos
pueden saber que aún se tiene esperanza de vivir o existir en este mundo, para
saber que estamos haciendo de nuestras vidas una mierda pasajera que se olvida
y la que no recuerda que la infancia fue una época feliz porque sabías apreciar
el jugar con los niños de tu lugar de residencia, caminar por un parque, vivías
más seguro, más tranquilo – salvo los casos excepcionales – y no en tanto
ajetreo, que no hay tiempo para dedicar al cuidado de los niños y el cariño que
necesitan, que simplemente le dejamos disfrutar de las cosas que nosotros
también vemos, sin darnos cuenta que los mensajes subliminales de sexo y
estupidez le están haciendo daño inconscientemente, lo cual en un futuro, no muy
lejano, se manifestará cuando comentan los mismos errores que pudimos o vimos
cometer en menos tiempo que nosotros. Simplemente, no seamos tan egoístas, y
aprendamos a ser adultos de verdad, y asumamos la responsabilidad que es ser
padre de un niño o niña. Dejemos de ser tan idiotas y decir que es normal,
cuando sabemos bien que no es normal, porque lo normal en un ser humano es
pensar, actuar, y reflexionar, no dejarse manipular como los animales.
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